Como padres y educadores de niños y adolescentes dentro del espectro autista, a menudo nos enfrentamos a lo que llamamos "conductas desafiantes". Es crucial entender que estas conductas no son un reflejo de "mala crianza" o "rebeldía", sino una forma de comunicación. Pueden ser una señal de frustración, sobrecarga sensorial, dificultad para entender una situación o una necesidad no satisfecha. Cambiar nuestra perspectiva, reconociendo la comunicación subyacente en lugar de centrarnos únicamente en el comportamiento, es el primer paso fundamental.
Una estrategia esencial es la identificación de los desencadenantes. Observar con atención los antecedentes a la conducta desafiante puede revelar patrones. ¿Ocurre después de ciertos estímulos sensoriales intensos (ruidos fuertes, luces brillantes)? ¿Durante transiciones no anunciadas? ¿Cuando se les pide realizar una tarea específica? Mantener un registro detallado de estos eventos, incluyendo el día, la hora, el lugar, la actividad y las personas involucradas, puede proporcionar información valiosa para anticipar y prevenir estas situaciones. Una vez identificados los desencadenantes, podemos trabajar para modificar el entorno, proporcionar apoyos visuales, preparar al niño o adolescente para las transiciones y reducir la probabilidad de que ocurra la conducta desafiante.
La comunicación clara y visual es clave. Las personas con autismo a menudo procesan mejor la información visualmente. Utilizar horarios visuales, pictogramas o incluso dibujos sencillos puede ayudar a anticipar eventos y reducir la ansiedad. Asegúrate de que las instrucciones sean concisas, directas y fáciles de entender. Evita las frases abstractas o ambiguas y repite la información si es necesario. Es importante validar sus emociones. En lugar de simplemente decir "no te enojes", reconoce su sentimiento: "Veo que estás frustrado, entiendo que es difícil". Ofrece alternativas de comportamiento y ayuda a encontrar soluciones juntos. Celebrar los éxitos, por pequeños que sean, es crucial para reforzar las conductas positivas.
Finalmente, recuerda que no estás solo. Buscar apoyo en otros padres, profesionales del autismo y grupos de apoyo puede ser invaluable. Compartir experiencias, estrategias y recibir orientación profesional puede marcar una gran diferencia. No dudes en consultar a terapeutas ocupacionales, psicólogos o logopedas especializados en autismo para obtener un plan de intervención individualizado. El autocuidado es fundamental: dedica tiempo a tus propias necesidades para recargar energías y mantener una perspectiva positiva. Recuerda que cada pequeño paso hacia adelante es un logro importante, tanto para ti como para tu hijo o adolescente. Juntos, podemos desafiar los mitos y construir un entorno más comprensivo y de apoyo para las personas con autismo en Ecuador.
